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Para conseguir emisiones netas nulas en 2050, la tecnología es y será un elemento absolutamente primordial. La buena noticia es que ya existen muchas opciones, y hay otras muchas en desarrollo.
En el ámbito de las energías renovables, la generación eólica y solar están plenamente consolidadas, están creciendo a un gran ritmo del 50% anual y, además, son las fuentes de energía más baratas en prácticamente todo el mundo, según Bloomberg New Energy Finance. No obstante, los avances continúan. Actualmente se están abriendo nuevas vías de desarrollo en el ámbito de la eólica marina. El mar presenta menores limitaciones en el transporte de los componentes de la instalación y por ello los parques eólicos marinos más recientes utilizan aerogeneradores con más del doble de la potencia [EB1] de los utilizados en promedio en tierra. No en vano, en 2030 la capacidad de instalación anual de eólica marina podría superar a la eólica en tierra, y se estima que suministrará el 14% de la demanda de electricidad en la Unión Europea.
Otra tecnología de gran recorrido e importancia será el almacenamiento de energía eléctrica. Los sistemas de almacenamiento tales como las centrales hidroeléctricas reversibles, las baterías, el hidrógeno o los almacenamientos por gravedad, incorporadas a la red eléctrica, aseguran el suministro de energía para los picos de demanda que se pueden presentar a lo largo del año. En España, por ejemplo, hay muchas opciones para instalar almacenamiento por bombeo hidráulico en presas ya existentes.
Los edificios, responsables de más de una de cada tres toneladas de CO2 emitido a la atmósfera en la Unión Europea, también engloban tecnologías críticas para la reducción de emisiones. La utilización de la aerotermia de frío y calor con energías renovables permitirá, no solo la reducción de emisiones y el aumento de la independencia energética del gas, sino también el poder atender las crecientes necesidades de refrigeración derivadas del progresivo aumento de las temperaturas, especialmente en verano.
Las tecnologías de reducción de emisiones en determinadas industrias serán clave. Así, la fabricación de acero mediante hidrógeno generado con energías renovables, está empezando a tomar impulso en Europa, con las primeras plantas prototipo.
El uso de las tecnologías de la información y comunicación será clave en el ahorro y eficiencia energética, porque dotará a los ciudadanos de mayor capacidad de decisión y actuación en la compra y gestión de su energía. En particular, la utilización de la inteligencia artificial permitirá obtener importantes ahorros energéticos en edificios. Tal es el caso del Hospital San Pedro de Logroño, donde se ha conseguido rebajar el consumo de electricidad en un 10%, solamente con el manejo de datos. También pueden contribuir a promover la penetración de modalidades más sostenibles de movilidad en las ciudades, como el transporte público y el transporte eléctrico, ysistemas digitales para evitar desplazamientos innecesarios.
En definitiva, el desarrollo de nuevas tecnologías y su adopción son componentes esenciales en la consecución de los objetivos de cambio climático. Pero necesitamos que el cambio tecnológico venga acompañado de otros dos elementos: voluntad política e incentivos económicos.
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