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Los cambios inducidos por el cambio climático afectarán la disponibilidad, calidad y cantidad de agua para las necesidades humanas y dificultarán la gestión sostenible de los recursos hídricos.
El aumento del nivel del mar y el deshielo de los glaciares son posiblemente dos de las consecuencias del calentamiento global que mejor ejemplifican esta relación entre agua y cambio climático. Pero no son las únicas. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, las pautas de precipitación están cambiando, volviéndose más húmedas las regiones europeas que ya lo son y más áridas las secas. Al mismo tiempo, el cambio climático también ha incrementado la temperatura media del agua de los ríos y lagos, ha intensificado la frecuencia y virulencia de los fenómenos climáticos extremos, como son las olas de calor, las precipitaciones intensas y las sequías. Estos cambios, junto al aumento de los caudales fluviales en invierno y su reducción en verano, tienen importantes repercusiones en la calidad del agua y en los ecosistemas de agua dulce. Además, en España, el aumento de la temperatura supone un incremento de la transpiración y evapotranspiración que supone un aumento de las superficies áridas o degradadas.
El Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2020, concluye que si queremos minimizar los impactos del cambio climático en el ciclo del agua, es necesario esencialmente implantar medidas de adaptación que contrarresten tanto efectos negativos de las inundaciones provocadas por los fenómenos climáticos extremos, como los provocados en la agricultura y la industria por los periodos prolongados de sequía. Asimismo, también indica la necesidad de plantear las medidas de adaptación ligadas a intervenciones específicas de protección de humedales y otras soluciones basadas en la naturaleza, así como las relacionadas con el tratamiento de aguas residuales.
El abanico de estrategias de adaptación al cambio climático en el ámbito del agua incluye medidas de muy diferente naturaleza y alcance. Desde infraestructuras para aumentar la capacidad de almacenamiento de agua o diques de protección frente a las inundaciones, hasta medidas como seguros frente a inundaciones y sequías o el uso de las tecnologías de información y comunicación para la creación de sistemas predictivos de alerta temprana.
Adicionalmente, es importante recordar la importancia que en adaptación al cambio climático tienen las soluciones basadas en la naturaleza, como los jardines de lluvia, para la reducción de los efectos de las inundaciones en el medio urbano. En este sentido, es importante también apuntar que existen múltiples medidas y enfoques innovadores que ya se han probado y aplicado en toda Europa y que se pueden consultar en el portal europeo de adaptación, Climate-ADAPT y en el portal español Adaptecca.
Según el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico en su informe “Impactos y riesgos derivados del cambio climático en España. 2021”, se ha observado una reducción del caudal de los principales ríos de la península ibérica durante la segunda mitad del siglo XX. También apunta el citado informe que los cambios en la disponibilidad y calidad de los recursos hídricos podrían generar vulnerabilidad a nivel sistémico con posibilidades de efectos de cascada.
El reto está servido.
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