Los glaciares nos hablan, ¿seremos capaces de escucharlos?
Estas masas duraderas de hielo y nieve se deslizan muy lentamente sobre la tierra en la que se asientan. Encontramos glaciares sobre terrenos montañosos o en grandes zonas planas, en todos los continentes del planeta. En el Pirineo aragonés, en el macizo de La Maladeta, tenemos uno de los más meridionales de Europa. No tiene la envergadura de los de Groenlandia o la Antártida, pero lamentablemente comparten la característica de estar en recesión.
Los glaciares, junto con el resto de masas de agua sólida del planeta forman la criosfera, que actúa como reservorio de recursos hídricos y sostén de una biodiversidad específica. Además, regula el clima en la Tierra al reflejar los rayos del Sol hacia el espacio (efecto albedo), y contribuir a mantener la circulación termohalina.
Un delicado equilibrio
Los glaciares y las capas de hielo suponen aproximadamente el 70% del agua dulce del planeta según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Estos almacenes guardan un delicado equilibrio. En las estaciones frías, la nieve se deposita sobre ellos, haciéndolos crecer, mientras que en las cálidas el hielo se derrite, liberando agua lentamente y alimentando a poblaciones y ecosistemas cercanos.
Un equilibrio que se rompe con el aumento de la temperatura actual. Los glaciares pierden más agua de la que ganan, menguando. En 2023 perdieron 600 gigatoneladas de agua, el equivalente al 13% del consumo anual mundial; la mayor pérdida registrada en 50 años de observaciones.
Además de reservas de agua dulce, se pierden recursos alimentarios y energéticos, ya que este proceso modifica el ciclo del agua, eleva el nivel del mar y altera la biodiversidad. La seguridad también se ve comprometida al aumentar el riesgo de inundaciones en las poblaciones cercanas y la probabilidad de que tengan lugar fenómenos meteorológicos extremos a nivel global.
Un archivo histórico de especial valor
Con los glaciares también perdemos valores culturales y científicos. Entre las capas de hielo y nieve que los forman quedaron atrapadas pequeñas burbujas de aire, polen y partículas que permiten conocer cómo era el clima cuando se crearon hace cientos de miles de años, y prever con mayor certeza cómo puede evolucionar en el futuro.
El seguimiento de los glaciares con diferentes técnicas se realiza desde hace más de 130 años. Hoy en día disponemos de satélites para esta labor, como el Cryosat, perteneciente a la ESA, que facilita datos fiables y en tiempo real para su seguimiento. Así tuvimos ocasión de escucharlo en la conferencia celebrada en la Fundación Canal “El cambio climático desde el espacio”.
En España, desde 2011, el proyecto de monitorización del glaciar de Monte Perdido, busca comprender cómo se comporta en sus fases finales para mejorar el conocimiento y conservación de otras masas de hielo más septentrionales.
Algunas iniciativas para proteger los glaciares
Ante la delicada situación de la criosfera se han suscrito acuerdos internacionales para su protección legal, como el Tratado Antártico, o el Convenio para la protección de los Alpes, y desarrollando iniciativas como la de la UNESCO para conservar los glaciares presentes en los Lugares Patrimonio de la Humanidad. A nivel regional tenemos figuras de protección como la de Monumento Natural Glaciares Pirenaicos ,declarada por el Gobierno de Aragón.
La medida más eficaz para detener o ralentizar la pérdida de glaciares es la mitigación del cambio climático a través de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, la UNESCO afirma que conteniendo la subida global de temperatura a 1,5ºC se podrían salvar dos tercios de los glaciares de los Lugares Patrimonio de la Humanidad.
También son de gran importancia las medidas de adaptación, ya sea a través de modelos y mapas de riesgo o sistemas de alerta temprana, como el programa TsunamiReady de Estados Unidos, diseñado para avisar a la población local en caso de tsunamis que pueden producirse por desprendimientos de masas de hielo. Además, mejorar los sistemas de gestión del agua de deshielo, especialmente si se realiza mediante soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de las cabeceras de cuenca y corredores fluviales, favorecerá la adaptación a futuros cambios en la disponibilidad del recurso.
“Salvemos nuestros glaciares” es el lema escogido por Naciones Unidas para el Día Mundial del Agua de 2025. Además, este año ha sido designado Año Internacional de la Conservación de los Glaciares. En adelante, cada 21 de marzo se celebrará el Día Mundial de los Glaciares.
Para aprender más, recomendamos la conferencia de Jerónimo López “La Antártida y los glaciares como laboratorios del cambio climático”.
Escuchando a los glaciares y fomentando su conservación, contribuiremos a restablecer el equilibrio de nuestro planeta.