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Los beneficios de la expansión de las energías renovables en nuestro país, rico en recursos como el sol o el viento, son ampliamente conocidos por todos, contribuyen a eliminar la contaminación -y los problemas de salud que se derivan de ella (Agencia Europea del Medio Ambiente, 2019)-y combaten el cambio climático al favorecer la descarbonización y la reducción de emisiones de CO2.
Pero hay mucho más, las energías renovables tienen grandes efectos positivos sobre nuestra economía. En primer lugar, al sustituir a los combustibles fósiles, que nuestro país debe importar, ayudan a equilibrar nuestra balanza comercial. Así, el sector evitó en 2018 la importación de 20,7 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep) de combustibles fósiles, lo que generó un ahorro económico equivalente de 8.547 millones de euros (APPA, 2019). Es más, también ahorró pagos en concepto de derechos de emisión por valor de 899 millones de euros, al evitar que se emitieran a la atmósfera 56,6 millones de toneladas de CO2.
Es decir, las renovables nos permiten reducir nuestra dependencia energética, que en la actualidad es del 74% y que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé rebajar al 59 % en 2030.
En segundo lugar, las renovables abaratan el precio de la electricidad. A más renovables, más bajos serán los precios de la luz en el mercado diario. Esto es así porque las renovables ofertan su energía a precios muy inferiores a los de otras centrales de generación. Durante el año 2018, supusieron un ahorro medio de 18,67 euros por cada MWh, lo que quiere decir que sin ellas el precio medio del mercado diario habría sido de 75,96 €/MWh en lugar de los 57,29 €/MWh.
En tercer lugar, de acuerdo a los objetivos de despliegue de las renovables previstos en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, la Asociación de Empresarios de Energías Renovables estima que se podrán instalar más de 54.000 MW de renovables hasta 2030 y generar entre 107.000 y 135.000 nuevos empleos anuales.
Inversión necesario en energía sostenible
Todo ello es imprescindible para seguir las recomendaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Dicho organismo ha afirmado que, para poder mantener el aumento de la temperatura media del planeta por debajo de 1,5ºC, es preciso realizar una inversión adicional global en energía sostenible de 830 mil millones de dólares. Se trata de una cifra muy similar a la que a día de hoy se invierte anualmente en instalaciones ligadas al petróleo (AIE, 2019).
La economía verde en general, y el sector renovable en particular, es considerada como una oportunidad para salir de la crisis económica en la que el mundo se ha visto envuelto en los últimos meses a raíz de la aparición del COVID-19. De esta manera lo ha visto también la Unión Europea que ha aprobado el Plan de Recuperación para Europa, que se fija en la transición ecológica como una de las grandes palancas de reactivación de la región. Este plan se basa en una serie de ayudas -a España le corresponden alrededor de 140.000 millones de euros- que se canalizarán a través del Pacto Verde Europeo, que busca lograr que Europa sea climáticamente neutra en 2050.
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