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Crea un banco en clase… ¡pero de semillas!

Somos muchos los que hicimos germinar una judía en un algodón cuando éramos pequeños. Pero, seguro que tus alumnos no se han parado a pensar que una lenteja o un garbanzo… ¡también son semillas!

Este año que comenzamos ha sido declarado por la ONU Año Internacional de las Legumbres. Fuente esencial de proteínas y aminoácidos de origen vegetal, entre otras cosas, cada vez hay menos variedad de legumbres debido al uso de semillas modificadas genéticamente para la agricultura. Según la ONU, el 90 por ciento de la de las variedades agrícolas ¡están dejando de ser utilizadas!

¿Qué otras ventajas, además de las nutricionales, presentan las legumbres? En su cultivo se hace un uso eficiente del agua si lo comparamos con otras fuentes de proteínas como la carne. Para producir guisantes o lentejas se requieren en torno a 50 litros de agua por kilogramo, mientras que para un kilogramo de pollo se necesitan 4325 litros de agua, o hasta ¡13 000 litros si la carne es de vacuno!

Desde Canal Educa te proponemos crear un pequeño banco de semillas en el aula para dar a conocer a tus alumnos la importancia de conservar la biodiversidad de los cultivos y de preservar ¡semillas ancestrales!

• Pregunta a tus alumnos por qué las legumbres, como las judías o las lentejas, se conservan durante tanto tiempo sin estropearse. Esto es debido al bajo contenido en agua que presentan, lo cual hace que no se degraden tan fácilmente como ocurre con las frutas y verduras.

• Invítales a preguntar a sus abuelos o a los mayores de su pueblo qué legumbres (o verduras si no tienen legumbres) se cosechaban o se cosechan aún allí y qué características las hacían especiales. Si es posible, que lleven 5 o 6 semillas a clase para guardarlas y conservar así las variedades autóctonas, preferiblemente ¡que no hayan sido rociadas con pesticidas!

• Para conservarlas hay que lavarlas y dejarlas secar encima de un papel de cocina durante un tiempo, al aire pero no al sol. Para saber si están secas se pueden doblar: si se rompen, es que están secas.

• Para guardarlas, usad una bolsa de tela, papel o sobres cerrados y colocadlas en un lugar fresco y seco, sin luz y de temperatura constante. También se pueden poner en tarros de cristal herméticos (y al vacío).

• Anotad el tipo y la variedad de alimento, la fecha de envasado, número de semillas, su procedencia y cualquier otra observación relevante.

¿Cuántas variedades de semillas habéis conseguido en una sola clase? ¿Cuántas podrían conseguirse en todo el centro? Si quieres sorprender aun más a tus alumnos, ¡háblales de la Bóveda Global de Semillas de Svalbard!